Llevamos meses confinados, a estas alturas, ya no pensamos en los que nos quedan para acabar con esto, simplemente queremos acabar y salir de esta, sanos y salvos.
Creo que no somos conscientes, pero ha llegado un punto, en el que analizamos cada mirada de las pocas personas que nos rodean, quien tenga la suerte de no estar solo, analizamos cada emoción y hasta el mas simple detalle, que antes dejábamos pasar desapercibido.
Ahora, cada señal se queda a través de la red. Una red llamada Internet que nos está acercando mas a los que tenemos en la distancia y que, gracias a ella, sabemos el estado de nuestras personas mas queridas. Porque a través de la red, nos dedicamos a compartir nuestro estado de animo con el resto del mundo, nuestros entrenamientos diarios, algunas de las recetas que hacemos, de esas que ni imaginabas que te saldrían, canciones que nos recuerdan los mejores momentos y hasta nuestras series favoritas. Incluso, nos reunimos mas de 60 personas, en una misma red, para poder escuchar el temario que toca cada día, porque las clases han pasado de ser presenciales a escucharlas casi desde la cama, aun que suene raro y este feo decirlo...
Ahora, los abrazos y los besos son virtuales y los reencuentros y las caricias, son mas deseados que nunca.
Estamos asustados, agobiados y echando de menos... suspiramos al vacío sin fuerzas pero, por suerte, tenemos a alguien ahí que nos da la palmadita en la espalda y nos hace creer que, esos miedos que tenemos ahora, serán nuestros tatuajes del futuro que nos enseñarán por lo que luchamos.
En estos días somos una montaña rusa de emociones y sentimientos, no podemos expresar con papel y tinta, todo lo que sentimos porque no acabaríamos nunca... Estamos desbordados, la situación se apodera de nosotros, pero a la vez, somos constantes, pacientes y hasta un poquito optimistas porque pensamos que el final, esta cada día mas cerca.
Ahora, los balcones no son sólo participes de los aplausos de las 20:00h, sino también son participes de cada gesto bonito entre vecinos, cada regalo que reparte la guardia civil a los niños, cada palabra de animo o de cada mirada al cielo pensando en todo lo bueno que está por venir o en las ultimas despedidas, que por protocolo, no pudimos vivir y evitaron que nos diéramos los últimos besos, entonces, lo ultimo que queda es lanzarlos al cielo...
Porque, si hay algo que me ha marcado este tiempo de confinamiento, es haber perdido a un familiar, y no haber podido despedirme de él... o ver como mi hermano sufre un accidente y es ingresado de inmediato y, ni siquiera, poder estar a su lado en los peores momentos...
Pero, a pesar de todo esto, aunque creamos que no podemos mas, siempre se puede un poquito mas y siempre, hay alguien que está ahí, confiando en nosotros. Alguien que si nos caemos, se sienta con nosotros, espera a que respiremos y después, nos levanta y nos ayuda a llegar a la meta, sanos y salvos.
Esto es lo que siento y pienso en estos días que nos ha tocado vivir, y estoy segura, que habrá muchas mas personas como yo, incluso en peores circunstancias... Por eso, siempre hay que agradecer lo que uno tiene y pensar que lo mejor, esta por venir.
Sólo hay que aguantar un poquito mas, ya queda menos.
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